Excelentísimos señores Miembros del Consejo
de la Magistratura:
Me he presentado a
este concurso con dos propósitos muy claros y ambos ajenos a la expectativa de
ser electo miembro del TSJE. Esos propósitos
son los de prestigiar este concurso y hacer pública mi opinión sobre la
justicia electoral. Sin caer en
petulancia ni falsa modestia, creo prestigiarlo desde que soy un ciudadano que,
soslayando mis escasos talentos, ya he prestado servicios a los tres poderes
constituidos del Estado y también al Poder Constituyente y por allí alguna
experiencia he adquirido. Como ciudadano
convencional participé de la creación de la Justicia Electoral como un órgano
extra poder. También soy coautor de la ley electoral vigente en calidad de
Senador de la Nación. Fui Secretario de la Comisión de Asuntos Constitucionales
y miembro de la Comisión de Legislación del Senado de la Nación, en el momento
de sancionarse el Código Electoral vigente, y como tal me cupo trabajar en su
redacción bajo la dirección del Senador Rodrigo Campos Cervera, junto con otros
ilustres senadores de la época.
Seguidamente daré mi
visión sobre la justicia electoral, no sin antes advertir que no he venido a
concursar precisamente para ser electo, porque tengo la convicción de que, por
la salud del sistema democrático, no deberían integrar el TSJE dos ciudadanos
provenientes del mismo partido político. Los tres miembros deberían provenir
siempre de tres partidos diferentes preferentemente de aquellos partidos que
hayan obtenido los mayores caudales electorales en las últimas elecciones. Si
con este criterio y si por dicha razón este Consejo de la Magistratura
decidiera no incluirme esta vez en la terna a ser conformada, me quedaría
igualmente satisfecho.
Sin embargo, quisiera
ser integrante del Tribunal Superior de Justicia Electoral para lo que sigue:
1.- En primer lugar para contribuir en su consolidación institucional. La Justicia Electoral tiene
hoy un prestigio bien ganado. Ha demostrado eficiencia, eficacia y
transparencia como juez de las 5 últimas elecciones generales y de las 4
últimas elecciones municipales. Tengo la convicción de que su creación como órgano
extra-poder ha sido una acertada de la CNC de 1992. Como recordarán los excelentísimos señores
miembros del Consejo y el público asistente, antes de 1992 todos los resultados
electorales fueron cuestionados. Y, si hemos
pasado 5 elecciones cuyos resultados no fueron cuestionados, significa que hoy
tenemos una justicia electoral confiable.
Esto es de singular
importancia para el sostenimiento del sistema democrático y republicano de
gobierno. Este sistema requiere, de modo inexcusable, que las autoridades
electas tengan legitimidad de origen; y garantizar esa legitimidad corresponde
a la justicia electoral. Sin ese requisito la democracia no sería sustentable.
2.- En segundo lugar
me gustaría afianzar la credibilidad de
la Justicia Electoral; trabajar para extender y acrecentar ese prestigio que
ya lo tiene ganado. La democracia debe ser profundizada; debe llegar a las
organizaciones intermedias que todavía hoy tienen conflictos derivados de sus
elecciones; debe llegar al seno de las empresas, de los clubes y hasta de las
familias. Un dicho muy repetido es que “los problemas de la democracia sólo se
resuelven con más democracia”; y por más gastado que sea este dicho vale la
pena repetirlo siempre, para que la gente no busque otros atajos, ajenos a la
democracia.
3.- Además quisiera
completar la labor de la justicia
electoral, la cual tiene el deber de incluir en el registro electoral a la
totalidad de los ciudadanos mayores de 18 años. Es intolerable que después de
20 años de su creación sigan fuera del padrón electoral el 12% de los electores
residentes en el país, y millares de conciudadanos residentes en el extranjero.
Estar inscrito en el padrón electoral es un derecho fundamental del ciudadano
y un deber del Estado. El ciudadano
excluido no encarna la soberanía que reside en el pueblo. Estar incluido y
ejercer el voto debe ser un timbre de orgullo para el ciudadano que tiene
cultura democrática.
4.- En cuarto lugar
me gustaría ser miembro del TSJE para hacerlo
más eficiente, más técnico, más rápido y que sus veredictos sean absolutamente incuestionables.
Para ello se debe apostar a la capacitación de los magistrados electorales, de los
fiscales, de los funcionarios y de los agentes u operadores que eventualmente
ponen a disposición de la Justicia Electoral los partidos políticos. Capacitar
a estos operadores es fundamental aunque no suficiente, porque también debe
enseñarse al ciudadano elector a saber votar. Para que veamos esta necesidad,
les recuerdo que en estas últimas elecciones los votos nulos y blancos ganaron
a varios partidos y movimientos políticos. Los votos nulos no deberían existir
ya en nuestras elecciones porque no aportan nada a la democracia. Los votos en
blanco pueden ser expresiones de la voluntad del elector, pero en nuestro país
se producen mucho más por desconocimiento que como expresión de rechazo del
sistema o de los candidatos. Como muestra les invito a rememorar cuántos y
cuáles spot publicitarios fueron destinados en estas últimas elecciones a
instruir al electorado; y que conste que fuera de la capital el elector tenía
que marcar 6 boletas. Una situación
compleja para cualquiera. Enseñar a votar debe ser una tarea escolar. Instruir
sobre la importancia del voto, en una sociedad democrática, debe ser una tarea
escolar. Es allí, en las escuelas de la República, donde la Justicia Electoral
debe hacerse presente con sus propuestas educativas para asegurar un futuro
democrático al Paraguay.
5.-
En quinto lugar me gustaría reducir el
plantel de funcionarios de la justicia electoral. Todos sabemos que lo
tiene en cantidad excesiva y también sabemos la causa. Pero los partidos
políticos deberán avenirse a alguna forma de solución porque no podemos seguir
sosteniéndola así como está, con 4.844 funcionarios permanentes más los
contratados. Si yo tuviera el poder, haría una rigurosa selección para mantener
a los funcionarios mejor formados y comisionar al resto a otras instituciones
públicas por el término de un año, de modo que para el siguiente año se gane el
derecho al cargo allí donde fue comisionado o se busque otra ocupación.
6.- Finalmente, me
gustaría reducir el presupuesto anual
de la justicia electoral. Creo que la sideral suma de 700 mil millones de
guaraníes en el presente año es excesiva para un país empobrecido como el
nuestro. Creo que se puede tener la misma eficacia con menos dinero,
administrando con honestidad y austeridad el dinero público.
Excelencias: éste es
mi criterio sobre lo que es y sobre lo que debe ser la justicia electoral.
Muchas gracias.
Asunción, 17 de mayo de 2013.
Tadeo
Zarratea
Dr. en Ciencias JurídicasDescargar este documento aquí
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