CARTA DE UNA ARGENTINA AL PARAGUAY


Hoy en Paraguay, se libra la madre de todas las batallas. No es la primera vez que este país fue llamado a definir la historia de Latinoamérica. Siempre subestimado en su importancia, el territorio que hoy es Paraguay fue saqueado, mutilado y silenciado más de una vez. Hoy está ocurriendo otra vez. Y aunque los actores sean diferentes, el trasfondo es el mismo: la soberbia ideológica contra la soberanía cultural.

La lengua madre del Paraguay es el guaraní. El español no pudo contrarrestar el poder absoluto que tiene la lengua Guaraní sobre el pensamiento de los paraguayos de hoy y de siempre. Bendito sea Dios. Todas las clases sociales del Paraguay hablan el guaraní, incluidos los miembros del parlamento que en los últimos días destituyeron al presidente Lugo. Nunca subestimemos este hecho.

Los poderes imperiales han cambiado. Una vez, fueron los imperios de Portugal y de España quienes se midieron en territorio Guaraní.

El enfrentamiento más sangriento fue cuando el pueblo Guaraní lucho heroicamente, bajo el liderazgo del Mariscal Francisco Solano López, contra intereses imperiales Europeos cuyo brazo ejecutor, el imperio del Brasil y la elite Argentina, destruyeron (parcialmente) al único país de Latinoamérica que había dado pasos agigantados hacia su industrialización y alfabetización. La guerra de la Triple Alianza de Brasil, Argentina y Uruguay contra la nación Guaraní cambio la historia Latinoamericana. En el pico histórico del establecimiento de la supremacía blanca en el mundo, resultaba totalmente inaceptable que un mestizo, el Mariscal López, industrializara una nación cuyos habitantes eran, en su mayoría, mestizos o nativos. La historia de Latinoamérica, a partir de esta guerra, resulto trágica. Se había destruido al pionero de la posibilidad de extender los beneficios del republicanismo a todo el continente.

Aunque Argentina y Brasil, al finalizar la guerra en 1870 se distribuyeron entre sí casi la mitad del territorio paraguayo, la historia no termino allí. El idioma Guaraní sobrevivió, el espíritu Guaraní sobrevivió. En su lengua principalmente, aunque las pieles se hayan tornado mas blancas por el mestizaje que fue más pronunciado en la post-guerra. Es que los ejércitos argentino y brasilero acabaron con los hombres en el Paraguay. Solo quedaron algunos niños y ancianos. Incluso, cientos de niños fueron llevados al Brasil como esclavos lo que confirma que la guerra de la Triple Alianza fue una guerra cultural más que económica. La mujer paraguaya, sin embargo, no olvido, y sus hijos no olvidaron. Hoy, la gran mayoría de los paraguayos habla el Guaraní, y cualquiera sea su color de piel o su nivel socioeconómico, el paraguayo tiene presente ese pasado, transmitido en la lengua. Mbya Recove.

Entonces, ¿por qué habría de extrañarnos el rechazo del parlamento paraguayo a la intromisión y manipulación que llevo adelante Chávez en el Paraguay, a través de su brazo ejecutor, Fernando Lugo? No debería. Más allá de las virtudes y defectos de los parlamentarios paraguayos, hay un límite que no se puede, y no se debe cruzar en el Paraguay: la soberanía cultural que da origen a todo otro entendimiento, social y económico. No se puede cruzar ese límite tan alegremente, en el nombre de nada y de nadie. El pueblo indómito, consciente o inconscientemente, no lo va a permitir.

¿Error de cálculo? ¿Absoluto desconocimiento del pueblo paraguayo por parte del bolivariano y sus colegas Latinoamericanos? Definitivamente, el mismo error que cometieron todos los anteriores poderes que quisieron doblegar al Paraguay. Es que los políticos que destituyeron a Lugo SON PARAGUAYOS. Y aunque muchos paraguayos los consideran corruptos, vendidos y golpistas, nunca se alinearían ni con los imperios antiguos (Europa, EEUU) ni con los nuevos (la ‘Patria Grande’ de Chávez). ¿A quién podría ocurrírsele que este pueblo indómito, al final del día, resignaría ahora una identidad que ni siquiera resigno ante el genocidio de la Triple Alianza?

Los presidentes Latinoamericanos deberían tomar nota de que existe un pueblo al que se empeñan en ignorar en el nombre de su ideología, cegados por su acérrima, mal o bien, oposición a los anteriores poderes imperiales. Los presidentes latinoamericanos deben entender que están intentando imponer un molde desde afuera a un pueblo que por su naturaleza no lo va a aceptar, simplemente porque no fueron ellos los que lo crearon. Este es un pueblo que cree en sí mismo. Es un pueblo que, aunque parte integrante de los pueblos Latinoamericanos, nunca se fusiono con ninguno. Al contrario, el espíritu y la lengua Guaraní, con su propia síntesis intelectual de la realidad, primo y sigue primando sobre cualquier lengua que hayan traído o traigan consigo los inmigrantes al Paraguay. La lengua y el espíritu Guaraní se los ganan, los embolsa y los convierte a su causa.

En otras palabras, las organizaciones pan-americanas como la OEA, la Unasur, el Mercosur y el Alba, así como la Unión Europea y EEUU, deben dejar de ignorar la peculiar naturaleza del Paraguay y su gente. Hablar de aplicarle al Paraguay clausulas democráticas de la Unasur o el protocolo de Montevideo (Usuahia II) en el Siglo XXI, amenazando con un bloqueo total a un país que solo busca vivir en paz, es aberrante. El conspicuo silencio o ambigüedad de EEUU y la Unión Europea es tanto o más aberrante todavía. Todos están poniendo la lucha ideológica por sobre los derechos humanos y la soberanía de los paraguayos. Los países democráticos, los verdaderos, deben empezar a respetar y cuanto menos, deben empezar a tratar de entender que la ideología, y la guerra de ideologías, tienen un límite, y ese límite es cultural y es histórico.

Paraguay fue llamado una vez más, a revelar esa verdad.

Envío a los hermanos del Paraguay mi más profundo respeto y buenos augurios. Les deseo que vuestra voluntad se realice por vuestra mano únicamente, y no por la intromisión de ningún poder foráneo, por muy bienintencionado que parezca. Que si tienen que limpiar la corrupción, modificar la constitución, destituir o constituir, que sea por voluntad y decisión propias. Paraguayos con, contra y para los paraguayos. Por encima de todo, no permitan que la soberbia ideológica de nadie les robe su destino. Ustedes se ganaron un lugar en la historia de los pueblos del mundo: háganla valer.

Esta es la madre de todas las batallas.

Leído en periodicotribuna.com.ar

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