REVIVIENDO LA CAÍDA DE LA DICTADURA EL 2 Y 3 DE FEBRERO DE 1989

Karakú, una entidad que oficia de observatorio de la lengua guaraní en Europa, abrió un blog que se conteste lo siguiente: “Cómo te afectó el golpe? / Mba’eichapa ogûahê ndéve peñorairô oiko vaekue 2 ha 3 de febrero”. Quiere que hagamos “memoria sobre el golpe cívico-militar que derrocó la dictadura stronista el 3 de febrero 1989 en Asunción, Paraguay”. He aquí mi testimonio:

Hoy 2 de febrero se cumplen 22 años del inicio del golpe de estado que derrocó al dictador Alfredo Stroessner.  Recuerdo que estaba yo en mi bufet de abogado cuando cerca de las 20 hs. recibo la llamada telefónica de José Parra Gaona, dirigente campesino del norte y director de Tesäireka, un programa de atención primaria de la salud manejado por campesinos, asesorado jurídicamente entonces por mí y financiado por la Cruz Roja Suiza. Parra me pide una entrevista urgente debido a una emergencia y como ya terminaba la jornada laboral le dije: “podemos hablar pero si se van a mi casa porque ya me estoy yendo”; al rato se unen a mí José, tres dirigentes campesinos y un gringo de nombre Paul Eberhard, representante de la Cruz Roja Suiza. En la travesía compramos pollo frito de “Dixie Fried Chicken”  y llegamos a casa en la camioneta de Tesäireka, una Toyota Hilux blanca, nueva.  Como hacía mucho calor Margarita nos preparó la mesa en el jardín de enfrente y durante el transcurso de la cena me comentan una dura porfía librada esa tarde, en el Ministerio de Salud, contra el Director de Salud Rural, Dr. Reinaldo Barreto Medina.  Me cuentan que fueron citados e intimados a entregar al Ministerio de inmediato la mencionada camioneta de propiedad de la Cruz Roja Suiza y asignada a Tesäireka para el servicio. Refieren que el citado funcionario les informó de la “orden superior” que existía en tal sentido “porque una entidad sin fines de lucro no puede tener una camioneta como esa, ya que puede comprometer al Estado, el cual debe responder por cualquier eventualidad ante el gobierno suizo y la Cruz Roja Suiza”; es decir, para la dictadura constituía un peligro que humildes campesinos se relacionaran directamente con la Cruz Roja Suiza y que tuvieran en su poder semejante máquina.  Con esa intimación y con la promesa de que al día siguiente entregarían la camioneta, salieron del Ministerio y vinieron junto a mí.  Como a las 10 de la noche, terminando nuestra cena, empezamos a reflexionar a fin de encontrar el modo de evitar la entrega de la camioneta, pero en ese momento se escucha un nutrido tiroteo cerca de mi casa; nos llamó la atención, pero yo les tranquilecé diciéndoles: “debe ser por el cumpleaños de alguien” y seguimos la reflexión. Rato después, me dice uno de los campesinos radicado en Yryvukua, y cuyo nombre no recuerdo pero fue Presidente de Acadei: “Doctor: esto que escuchamos no es bomba; es sonido de arma de guerra”; “¿y cómo sabés!?” le respondí. “Estuve en los cuarteles”- me contestó y empezó a enseñarnos de qué clase armas provenían las estampidas.  En ese instante me dice Parra: “Sabés que alguien me dijo hoy que esta noche habría un golpe de estado”. Le contesté: “a mí también se me acercó esta mañana don Juancito Melgarejo, en Tribunales, y me dijo: “sabés que se rumorea que esta noche va a estallar el golpe de Rodríguez”, y yo le contesté: “ya estamos todos locos de la desesperación don Juancito; creo que imaginamos cosas; qué golpe ni golpe va a hacer Rodríguez contra su compadre”. En ese momento el tiroteo se convertía ya en estruendo. Entonces entré corriendo a casa en busca de una radio y le dije a mi esposa: “parece que hay golpe de estado”. Al instalar el aparato escuchamos Radio Cáritas que transmitía como si fuera un partido de futbol el desplazamiento de los tanques de la caballería y curiosamente ninguna otra radio estaba en el aire, tampoco la televisión. En ese momento me preguntan mis visitantes en dónde pueden refugiarse ellos. Yo les contesté: “en casos como éste es mi deber darles refugio en mi casa, pero eso sí, antes de amanecer tendrán que retirarse porque si este golpe fracasa la represión va a ser feroz y aquí yo tengo a un gringo y cuatro dirigentes campesinos, lo que para la dictadura significa exactamente una célula comunista”. “Es verdad” me dijeron y subimos a la terraza a mirar el resplandor de las balas que iluminaban la ciudad. Al rato me llama mi hermano Francisco, que a la sazón estaba como Jefe de Policía en la Delegación de Gobierno de Pedro Juan Caballero, expresándome su preocupación y recomendándome que cuide a mis niños lo mejor que pueda porque avanza sobre la ciudad la artillería de Paraguarí y posiblemente la aviación bombardee la ciudad. Él manejaba la información de que dichas fuerzas eran las reservas de Stroessner. Pasamos en vela toda la noche y creo que a las 3 de la madrugada detectamos por fin el funcionamiento de otra radio, la 1° de Marzo, que difundía música paraguaya patriótica y marchas militares. Como una hora después por esa radio escuchamos la arenga del General Rodríguez que decía: “Compatriotas, hemos salidos de nuestros cuarteles en defensa del honor y la dignidad de nuestras F.F.A.A… etc.”. Luego escuchamos que se iban sumando al golpe los distintos regimientos del país y como a las 5 de la madrugada se anunció la rendición de Stroessner.  Eso nos trajo primero la eliminación de la congoja y luego una intensa alegría. A las 7 de la mañana salimos con los amigos, mi esposa y mis pequeños hijos a mirar la ciudad. Vimos los destrozos y la sangre en el Batallón Escolta Presidencial, el Regimiento atacado; recogimos muchas esquirlas y luego fuimos al micro centro. Allí el gringo se dedicó a arrancar con furia los afiches de Stroessner que se hallaban pegados en toda la ciudad desde la última simulación de elecciones y recalamos frente al Panteón Nacional de los Héroes, donde la ciudadanía ya estaba reunida y de aquellas horas sólo me queda en la retina la imagen de mi amigo Alberto Miltos envuelto en una bandera paraguaya, sobre una camioneta descapotada, haciendo vivas al Paraguay.

Tadeo Zarratea

No hay comentarios:

Publicar un comentario