Salarios versus palacios

Por Tadeo Zarratea (*)

El Poder Judicial inaugura un palacio por año. El año pasado fue el de la ciudad de Concepción con un costo cercano a los 5 millones de dólares. Este año termina el palacio de Pilar y comienza el de San Pedro. A este ritmo, en años más tendremos palacios de justicia en los 17 Departamentos de la República, y “quiera Alá”, pero mientras, los jueces y funcionarios llevamos 12 años de postergaciones, sin reajustes salariales, pagando nosotros la inflación anual. Nuestro salario ha sufrido una depreciación en su poder adquisitivo de mucho más que el 100%. Si fuéramos obreros hoy habríamos estado ganando más del doble, porque el salario mínimo vital y móvil ha tenido 10 reajustes después de 1995, año éste en que el Parlamento realizó la llamada “reingeniería del salario del personal público”; consistente en una distribución razonable de las remuneraciones, atendiendo a las funciones y dignidades propias del sistema republicano. Es cuando fueron establecidas las remuneraciones básicas de los jueces y que virtualmente permanecen hasta hoy, con el único reajuste del 21 % logrado a través de la huelga del 2008. Entonces el salario mínimo era de G. 436.425 y en este año de G.1.408.864.


La presencia del Poder Judicial en las capitales departamentales, a través de “palacios” que honran la majestad de la justicia es muy importante, sin lugar a dudas. La única objeción que tengo es que se construyan sustrayendo el pan de los servidores de la justicia. A mi modesto criterio no es la forma de consolidar el Poder Judicial. Esos palacios tienden a convertirse en nauseabundos sepulcros blanqueados; en antros de corrupción. Y lo peor es que no sería una corrupción ocasional ni individual sino sistemática y provocada por la propia Corte Suprema de Justicia.


Ahora se está cavando la tierra para echar los cimientos del palacio en la ciudad de San Pedro de Ykua Mandyju, capital histórica, política y religiosa del 2º Departamento, pero de ninguna manera su capital jurídica. Los órganos principales de la justicia no están allí. San Pedro tiene muchas vacas pero pocos vecinos se llevan ante la justicia para discutir la propiedad de esas vacas; registra bajo índice de delincuencia porque, como es una bolsa, si la policía cierra el único camino de acceso por tierra, el delincuente no tiene más opciones que entregarse a la justicia o tirarse al río Paraguay. Por eso en San Pedro no hay abogados ni jueces ni juzgados en cantidad; sin embargo, va a tener un palacio. Mientras tanto, todos los juzgados y tribunales con asiento en San Estanislao, su capital jurídica, estarán alquilando casas particulares. Pe palásio péva ndaha’éi ra’e ndéve guarâ Santani.


Manejar de esta forma el Poder Judicial no responde a la racionalidad. Y estamos bien entrampados porque, por un lado es tan cierto que los señores congresistas tienen para con nosotros (los jueces) la peor de la voluntades políticas; que no nos quieren ver ni pintados y no sabemos por qué, pero desde hace más de una década nos vienen sometiendo al hambre para probar nuestra resistencia a la corrupción. Pero por otro lado, no es menos cierto que nuestra propia madre, la que tiene el deber de amamantarnos, se pasa comprando zapatos nuevos con el dinero que se le asigna para la leche de sus hijos.

(*) Doctor en Derecho y Juez en lo laboral.

Publicado por el diario Ultima Hora el 9 de diciembre de 2009.

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